Hiendelaencina cumple hoy dos meses sin agua potable.
Cuando uno trata de explicar fuera de la provincia lo que está pasando
en este pueblo te miran con una cara entre el pasmo y la incredulidad.
No cabe ninguna explicación presentable en cualquier cabeza medianamente
amueblada. El vertido accidental que derramó gasoil en un depósito de
agua desencadenó el desastre, pero lo que ha venido después no tiene
nombre. La impotencia del ayuntamiento, el pasotismo de la Diputación,
el desprecio de Sanidad. Las instituciones se han enredado en
explicaciones administrativas y en polémicas estériles cuando lo que
sigue encima de la mesa es una urgencia inaplazable: devolver el
suministro de agua a los vecinos.
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